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圣地亚哥·德·埃斯特洛·拉·班达90年代的就业问题

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Anonim

圣地亚哥德尔埃斯特罗-拉班达90年代的就业问题

“工作与社会”旨在成为社会科学的空间,以出版有关拉丁美洲社会发展问题的文章和文本,尤其是那些涉及对劳动世界与社会结构,生产体系和社会关系的研究。文化和政治实践。该电子期刊由阿根廷国立圣地亚哥-埃斯特罗国立大学(UNSE)拉丁美洲社会研究硕士的工作与社会研究计划(PROIT)发布。其成员是与UNSE和国家科学技术研究理事会(CONICET)有关的执行任务的学者。该计划由科学和技术研究理事会(CICYT-UNSE)资助,并参加了阿根廷劳工研究专家协会(ASET)和拉丁美洲研究协会(LASA)的活动。

两种未充分利用形式的分布变化和偏差

众多的公共展览和各种各样的社会经济指标将圣地亚哥德尔埃斯特罗省列为该国最落后的省。其结果不仅要考虑到人均产品水平,而且还要归因于就业和产品本身的部门构成,其特征是城市对工业活动的参与程度较低,而农业部门生产能力不足。

这些特征构成了一个省,该省在规模活动中缺乏最低限度的竞争力和私人资本集中度,也没有足够的潜力来面对持续的增长过程。但是,在许多社会指标中,圣地亚哥德尔埃斯特罗在全国音乐会上所处的落后地位由于不利于国民政府通过不同渠道从政府获得的资源的慷慨转移过程而受到不利影响,而这种影响的综合过程则是由国家政府演变而来的。基本需求未得到满足的家庭和人,在1980年代青睐该省。

根据该省的人口普查,根据经济背景基本为官僚主义的圣地亚哥德尔埃斯特罗拉班达城市群,集中了圣地亚哥德尔埃斯特罗省的城市EAP的三分之二(66.1%)。人口`91)。因此,可以通过上述集群以合理程度的定量代表性来研究省份城市劳动力市场,另一方面,永久居民调查(EPH)的数据表明,国家统计和人口普查研究所(INDEC)在该国主要城市中心开展。

本文旨在基于上述统计调查提供的信息,分析两种形式的劳动力利用不足的演变:公开失业和明显的就业不足。除了利用可用的统计证据检查这两种形式的利用不足的程度,演变和构成之外,它还寻求另外一个目标,即从损害或不确定性和确定性的角度,确定每种形式可能存在的偏见。家庭或从业人员的收入阶层。反过来,这种方法意味着对部分了解劳动力市场运作对当前分配模式及其变化产生影响的某些现象的影响有所贡献。

该分析贯穿1990年代,从1989-91年的通货膨胀高峰到应用可兑换计划和1994-1994年的隐性危机,整个国民经济经历了一些重大变化。 95来自墨西哥经济的外部失衡(所谓的龙舌兰酒效应)。至少从根本上排除了由东部经济体的外部支付危机的影响所造成的1998-99年衰退的后果,以及巴西1999年的贬值加剧的后果。

同样,对于圣地亚哥德尔埃斯特罗-拉班达来说,也有理由为这个问题辩护,该问题已在各种作品中得到详尽处理,通常指大布宜诺斯艾利斯。从本质上讲,其作者的目的集中在分析游戏规则的深刻变化和自1980年代初的债务危机以来拉丁美洲在拉丁美洲实行的改革所产生的影响,并在2000年加剧了这种影响。我们的国家从下个十年开始。

但是,在所研究的大企业中,改革或转型是在经济结构的框架内进行的,该经济结构的“现代部门”不能以技术或高生产率的公司或集团为特征,生产主要用于市场的商品。外部或国家动荡,其波动可能成为省外繁荣或危机爆发的省级城市部门的传递因素。

在其最正规的城市经济部门中,企业大都是公共部门,其中数量(国家所用)或价格(工资)的变量是机构决定,给劳动力市场带来了强烈的刚性。因此,技术来源的失业和交换来源的相对价格的变化都不会对城市收入或就业产生直接影响。对于在整个国民经济中蔓延并影响了城市需求内部要素的信贷链的不确定性和切断状况所产生的隐性情况,也不能说相同。 1994-95龙舌兰酒效应)。

但是,这并不意味着该集群并未记录到十年来阿根廷经济中进行的经济改革的影响。因此,例如,可以预见的是,价格稳定已经增强了活动并引入了分配的累进性。关于工资政策,应当指出,名义上的减薪首次在阶梯的上层和中层(1994-95年)在公共行政部门中重复使用,大大缩小了薪资差距。

关于就业的净创造,很明显,尽管失去了吸收能力,但省政府并不是驱逐人员的重要来源。为了使劳动力向私营部门转移,仅从1994年开始采取了诸如1994-95年期间的提前退休和自愿退休以及迟来的私有化之类的措施,工厂没有大规模裁员。行政的。尽管从净值上讲,它们可能有助于积累就业问题,但从数量上看,这些措施的影响不可能很大。

在私人领域,全球化和1990年代的经济改革伴随着由此产生的经济集中进程,在一些面向服务部门的部门中出现了资本。除了与公共服务(电力,天然气,水)私有化有关的那些实体外,它的存在还注册于零售贸易和服务(安装超级市场和大卖场,销售电器,保险,养老金和退休基金经理,预付费药品,信用卡等)。这是私营部门中最正规和最集中的部分。

此外,市场的自由化和与技术进步有关的新的消费形式也为动员中小规模的本地资本(药房,物业,电话亭,服务站等)开辟了空间或空间。

此外,在涉及公共和私人领域的第三个层次上,促进就业的模式和正式计划转化为劳动力的临时和补贴就业以及事实上的灵活性,是导致工作不安全感和恶化的诱因。在工作质量上。

在这十年中,在圣地亚哥-埃斯特罗-拉班达的劳动力市场上,可以区分出一些活力和变化因素。在这项工作中,目的是就所考虑的劳动力利用不足的两种形式的结构,水平和分配偏差的可能影响提供判断要素。

公开失业

这是就业问题中最明显的面孔。公众的关注和期望通常集中在衡量该指标的指标上,即公开失业率,它仅提供了部分且不够充分的观点,这常常导致人们期望其水平与发展程度之间存在负相关关系不考虑其他劳动力市场调整机制的存在(活动率,移民,薪酬灵活性或就业质量的变化)的情况。通常还忽略了劳动力需求对由职业的部门结构和所涉地区的产品引起的活动水平波动的敏感性。上述遗漏阻止了在经济不发达的情况下解决低失业率的明显矛盾。

准确地说,表1列出了90年代90年代圣地亚哥-埃斯特罗-拉班达州的失业率与全国平均水平的关系。

表1.

圣地亚哥德尔埃斯特罗拉班达失业率的演变/全国平均水平

(百分比)

凝聚 全国平均
可能 十月 可能 十月
19901991199219931994

十九九十五

一九九六年

1997年

1998(*)

1999(*)

4.24.12.84.02.7

8.6

11.8

11.1

9.8

7.2

2.83.22.33.94.6

8.6

12.4

9.4

4.8

8.7

8.66.96.99.910.7

18.4

17.1

16.1

13.2

14.5

6.36.07.09.312.2

16.6

17.3

13.7

12.4

14.2

资料来源:永久家庭调查(*)1998/99年八月又进行了一次调查。数据是:1998年为10.6%,13.2%;1999年为6.0%和14.5%(分别是该国家的集聚企业和平均集聚企业的平均值)

这些数字证实,从各项社会经济指标来看,在该国最落后的省份之一中,整个十年的失业率一直低于全国平均水平,这是历史上一直不变的。但是,很明显,1994-95年间的中断标志着费率开始上升,并在1996年10月达到创纪录的水平(12.4%)。这种突然上升使失业率处于较高水平,相对于全国平均水平有一定的滞后性,这对应于龙舌兰酒对工作造成的破坏所造成的后果。随后,该指标经历了与国家/地区周期的行为完全兼容的变化,在1997-98年期间有所下降,在1999年衰退期又出现了新的反弹。

作为对失业率水平和演变的补充数据,有必要检查表2所示的失业持续时间指标。从表明失业率的意义上看,经核实的趋势与失业率的变化是一致的。 1994-96年之间的严重恶化,1998年的减少使它无法恢复到十年的初始值。

表2失业期限指标

圣地亚哥德尔埃斯特罗-拉班达

失业时间(以月为单位) 6个月及以上的失业百分比
1992199419961998 3.32.87.05.5 17,012,553,042.2
资料来源:Elab。基于EPH(INDEC)的十月浪。

巧合的是,Murmis和Feldman(1997a)强调,在一个日益严重的社会分裂过程的框架内,1990年代大布宜诺斯艾利斯的长期失业加剧,认为这是拉脱维亚的真正“硬核”。没有生产多样化,某些地区的失业很难消除。就同​​一问题而言,Pessino(1996)指出:

“长期失业会带来很高的社会成本,因为长期失业会导致培训和动力下降,而且不愿雇用长期失业者的雇主会产生耻辱感。”

为了描述此期间公开失业的结构及其演变的特征,我们选择了表3中列出的其他指标,这些指标表明了一系列四个代表性的趋势中的一些重要趋势,这些趋势使我们可以区分:

至。开放时期的失业率很低,根据该大企业的历史情况,其活动和就业率相对较高,并且记录了可兑换计划的初始效果,尤其是价格稳定所带来的效果(1992年) -94)。

b。两年期间充分体现了龙舌兰酒效应的负面影响,失业率大幅上升,就业和活动率下降(1994-96年)。

C。这一时期具有起伏特征,其发生率低于1996年的峰值,但臭名昭著的是高于前龙舌兰(1996-98)。

在介绍的整个系列中,可以看到失业结构发生了一些重要变化。从这个意义上讲,自1994年以来,失业妇女人数有了更大的增长,这种现象是一种性别偏见,这种现象在伴随着衰退的强劲增长期间一直保持着,并一直持续到后来。 ,减少了。就其本身而言,失业老板的比例大幅度上升,加剧了失业的后果,无论失业率的价值如何。尽管比率有所下降,但这一比率在1998年保持稳定,并接近1996年的水平。

表3.根据选定指标的公开失业结构

圣地亚哥德尔埃斯特罗-拉班达。(百分比)

指标 1992年 1994年 一九九六年 1998年
女男人 68,331.7 56,343.7 60,040.0 59,041.0
亲属关系负责人没有负责人 7,492.6 21,378.7 40,759.3 41,558.5
男性年龄15-1920-3435-4950-64

15-64

24,964,510,6–

--

22,253,322,22,3

--

15,952,520.99.9

0.8

19,249,920,010.9

--

妇女15-1920-3435-4950-6415-64 7,669,123,3-- 25,754,317.1-2.9 9,968,615,32,53,7 26,155,018.9--
教育程度(1)男性无指示小学高等教育

大学

10,864,125.1

--

6,759,933.4

--

15,658,026.4

--

10,653,631.4

4.4

女性无指导性小学中学或大学 –30.569.5– 11,445,742,9– 9,951,632,16,4 3,032,352,012.7
上一份工作有上一份工作没有上一份工作(新工人) 78.022.0 71,328.7 55,444.6 78,621.4
Rama de actividadComercioIndust. ManufactureraServicios(Sector Público)Construcción

Tpte. y comunicac.

Otros

37,415,622,0(3,1)18,8

6,2

-

28,05,336,8(8,8)21,0

5,3

3,6

20,311,925,7(9,2)28,7

7,3

6,1

28,8–36,6(11,5)17,7

11,9

5,0

Categ. ocupacionalPatrón o empleadorCuenta propiaAsalariadosTrab. sin salario –25,174,9– –36,963,1– 1,831,565,80,9 –24,275,8–
Calificación (2)ProfesionalCalificadosSemicalif. y no calific. 6,343,949,8 5,343,850,9
Calificación (3)Calificac. profesionalCalificac. técnicaCalificac. operativaNo calificadosOtros –11,159,029,10,8 –22,043,534,5–
Fuente: Elab. propia en base a EPH (INDEC), ondas de octubre.(1) – Los niveles de instrucción incompletos fueron incluidos en el nivel completo anterior.(2)– Según “Clasificación de Ocupaciones” para EPH.(3) –Según Normas de Codificación Actividades 024/91.

En lo que se refiere a la distribución de la desocupación por edades, se advierte entre los hombres una mayor concentración en los tramos superiores a los 34 años; pero es esto algo que se remonta al período previo al de altas tasas y que ya era visible hacia 1994. Desde ese año, se nota un cierto “estiramiento” del tramo afectado.

En cuanto a las mujeres, desde 1992 más de la mitad de las desempleadas se han ubicado en edades entre 20 y 34 años, llegando a proporciones cercanas al 70% en coexistencia tanto con tasas generales de desocupación muy bajas como con tasas muy altas (1992 y 1996, respectivamente). Como contraparte, la proporción de las mujeres jóvenes desempleadas ha oscilado fuertemente y en sentido inverso al de las trabajadoras de mayor edad.

Al examinar la desocupación según niveles educativos, se puede apreciar para todo el período que, sin diferenciar por sexo, los trabajadores más afectados fueron los de educación primaria. Lo llamativo es cómo, desde 1996 comienzan a aparecer entre los datos de desempleados varones y, sobre todo, mujeres con nivel educativo superior (terciario o universitario). Para el Gran Buenos Aires, se ha encontrado también la pauta de un crecimiento del desempleo, inicialmente entre los trabajadores con menor capital humano, hasta afectar progresivamente a los de educación secundaria y, finalmente, terciaria. Esta tendencia, surgiría como resultado de la obsolescencia que en dicho capital experimentan los trabajadores más educados a raíz del acelerado proceso de reestructuración productiva y tecnológica. Este proceso, por cierto, poco tendría que ver en Santiago-La Banda con el comportamiento de su casi inexistente industria manufacturera, lo cual limita sus alcances explicativos en el caso objeto de estudio.

Del cuadro 3, también se desprende que las variaciones del desempleo producen alteraciones en la estructura educativa de los desocupados, básicamente a través de las mujeres con educación primaria, con ocupaciones muy vulnerables (servicio doméstico). Como balance neto de los años de la serie, se nota una mayor presencia de desocupados más instruidos.

El análisis por rama de actividad revela que la rama de la Construcción está claramente sobrerepresentada respecto de su incidencia entre los ocupados, pero esta sobrerepresentación se acentuó en el subperíodo de fuerte aumento de la tasa, lo que es indicativo de la importancia de su contribución al desempleo, confirmándose la sensibilidad de esta actividad al ciclo, máxime en una estructura productiva con exigua presencia industrial.

El comercio, otra rama presuntivamente generadora de empleo precario y, por lo tanto, de desocupación, atenuó su preponderancia durante la fuerte suba de tasas y la acrecentó nuevamente con la caída posterior, de donde se deduce que la cantidad de trabajadores que el comercio arroja al desempleo exhibe cierta rigidez en relación a los movimientos cíclicos.

En lo que se refiere a los servicios, es constante su subrepresentación a lo largo del período. En especial, las evidencias disponibles sugieren el rol moderador que ha jugado el sector público pese a su participación ligeramente ascendente en el desempleo, ya que la distancia con la que tiene sobre los ocupados se mantuvo muy pronunciada.

Tal es, en consecuencia, el panorama que ofrecen las principales ramas de actividad en lo que hace a su contribución al desempleo en un aglomerado carente de una actividad industrial significativa; ello supone la exclusión de una rama caracterizada por fuertes fluctuaciones en materia de producto y empleo a la cual se atribuye una significativa incidencia en la destrucción de puestos de trabajo en los centros más industrializados y desarrollados del país, sobre todo hasta 1994.

Debido a la dificultad de establecer correspondencias estrictas entre las calificaciones que surgen de los dos criterios de codificación utilizados por la EPH durante el período, sólo puede decirse que entre 1992-94, lapso que debería registrar los cambios estructurales derivados de la convertibilidad con crecimiento paralelo del producto, la estructura de calificaciones de los desempleados no experimenta alteraciones. Con posterioridad, en la onda de mayor tasa, la de 1996, se puede observar que el desempleo afecta con más fuerza a los trabajadores que ocupan los dos tramos inferiores de la jerarquía, sobre todo a los de calificación operativa. La disminución posterior de la desocupación incide en este tramo, en tanto que los más calificados (calificación técnica) y los no calificados, no fueron reabsorbidos en igual proporción, con lo que crece la importancia relativa de estas dos categorías. Por lo tanto, en todo el período no se percibe un sesgo final definido en la estructura del desempleo atendiendo al nivel de calificación.

La incidencia de la precariedad y de las causas de la desocupación sobre el desempleo abierto puede analizarse con datos que, para el aglomerado Santiago-La Banda y dentro de las ondas tomadas como referencia, sólo permiten evaluar la evolución 1996-98 (cuadro 4).

Cuadro 4: Desocupados según estabilidad de la ocupación anterior. Santiago del Estero-La Banda (En porcentajes)

Trabajo anterior 1996 1998
PermanenteOtros:TemporarioChangaInestable

Total

26,446,53,623,5

100,0

23,131,611,334,1

100,0

Fuente: Elab. propia, en base a EPH (INDEC)

La lectura del cuadro 4, permite advertir una leve disminución en la influencia de la destrucción de los puestos de trabajo permanentes entre 1996 y 1998. Sin embargo, dentro de las formas de trabajo no permanentes, adquieren mayor importancia las ligadas a las formas “inestables”, en detrimento de los trabajos “temporarios”, que son característicos de actividades como las de la construcción, típicamente discontinuas.

Consecuentemente, el cambio apuntado puede atribuirse a que en 1998 la rama de actividad mencionada, principal generadora de los trabajos temporarios, pierde significación en su contribución al desempleo frente a los trabajos propiamente inestables.

Cuadro 5: Desocupados según causa de la desocupación Santiago del Estero-La Banda (En porcentajes)

Causas desocupación 1996 1998
Renuncias (1)DespidosFalta de trabajoFinalización trabajo temporarioOtras(2)

Total

5,628,320,040,06,1

100,0

3,536,219,228,712,4

100,0

Fuente: Elab. propia, en base a EPH (INDEC).(1)- Incluye las respuestas 1, 2 y 3 de la preg. 42 del cuestionario.(2)- Incluye las preg. 7,8 y 9 de la preg. 42 del cuestionario.

En cuanto al origen de la desocupación (cuadro 5), la gravitación que adquieren los despidos en 1998, se corresponde con la mayor importancia del trabajo asalariado en la estructura de la desocupación (es decir: mientras que los desocupados cuenta propia acompañan, en su descenso, a la desocupación total, los asalariados lo hacen en mucho menor medida). Ahora bien, en este último año, las causas de desocupación que no reflejarían de un modo directo la insuficiencia de la actividad económica para absorber mano de obra (renuncias o abandonos “voluntarios” y jubilaciones) ganan en peso relativo. Por último, no necesariamente los datos de este cuadro son indicativos de mayor intensidad de la precarización, tomada como factor impulsor de desocupación.

Subempleo visible

Esta forma de subutilización, cuya tasa es sistemáticamente publicada por la EPH, registra la existencia de puestos de trabajo cuya extensión horaria, inferior al límite de 35 semanales, no se corresponde con los deseos o expectativas laborales por una mayor extensión en las actividades semanales manifestada por los entrevistados. Por cierto, también en la estructura del empleo se crean puestos que, con similares características, se adecuan perfectamente a la disposición al trabajo de los oferentes.

Este tipo de subempleo, en consecuencia, significa que la tasa de empleo, utilizada como indicador del dinamismo de las unidades productivas en lo que hace a la generación de empleo, puede ser ajustada para reflejar únicamente la creación de puestos de trabajo “plenos”, o que llevan adscripta una extensión horaria que satisface al trabajador.

Algunos comentarios son pertinentes a este segmento del mercado laboral. En primer lugar, es una magnitud sensible a cambios en arreglos institucionales; por ejemplo, cuando por disposición gubernamental hacia mediados de la década del 80 la jornada laboral se en la administración pública (cuya incidencia en el segmento de los subocupados fue del 45,8% en 1996) se redujo de 35 a 30 hs. semanales, automáticamente esta tasa tendió a aumentar; durante la década del 90 no se produjeron modificaciones generales en la extensión horaria del sector público.

En segundo lugar, el concepto expresa un tipo de subutilización que no debe interpretarse como sinónimo de informalidad o de baja calidad de empleos; si bien puede coincidir o superponerse parcialmente con alguno de estos segmentos e incluso participar de alguna de sus características, denota un fenómeno de naturaleza diferente que, por esa razón, se trata por separado y no debe ser identificado totalmente con el de baja calidad del empleo. Aquí lo que se privilegia es el desajuste entre los atributos horarios del puesto y los deseos o necesidades de quienes lo ocupan;

En tercer término, la categoría se construye en base a una pregunta un tanto laxa; en consecuencia, la cuantificación por la EPH de su valor “bruto” o total carece de una consistencia equivalente a la del desempleo abierto (para el cual se requieren indicios ciertos de búsqueda activa) y tiende a presentar una visión algo sobreestimada de disponibilidad. Por esa razón resulta más robusta la tasa que se obtiene en base a los subocupados que han buscado activamente modificar su situación, es decir, trabajar más horas (subocupados demandantes), identifica el núcleo de subocupados que revelan una actitud de disponibilidad más decidida.

Cuadro 6. Tasas de subocupación Santiago del Estero-La Banda / Promedio nacional (En porcentajes)

Año S.del E.-La Banda Promedio nacional
Mayo Octubre Mayo Octubre
Tasatotal Deman-dantes Tasatotal Deman-dantes Tasatotal Deman-dantes Tasatotal Deman-dantes
199019911992199319941995

1996

1997

1998(*)

1999(*)

8,512,713,39,712,912,7

10,9

17,5

10,4

12,9

1,87,5

6,4

11,4

4,0

7,4

13,98,812,814,717,116,2

7,7

11,3

13,5

11,1

2,512,15,7

5,3

6,0

8,6

6,6

9,38,68,38,810,211,3

12,6

13,2

13,3

13,7

4,87,0

8,1

8,4

8,2

8,9

8,97,98,19,310,412,5

13,6

13,1

13,6

14,3

4,15,47,7

8,5

8,1

8,4

9,1

x90-94 (tasa total) x95-98 “ x90-98 “ x94-99 (demandantes) 12,412,912,77,4 9,013,010,78,0
Fuente: Encuesta Permanente de Hogares (INDEC)(*) En los años 1998/99 se relevó una onda adicional en agosto Los datos fueron: en 1998, 13,4 Y 13,7%; en 1999, 11,1 y 14,9% (aglomerado y total de aglomerados del país, respectivamente)

En el cuadro 6, se confronta la tasa de subempleo visible de Santiago del Estero-La Banda con el promedio nacional. Se advierte que, dentro de una mayor variabilidad de la tasa en este aglomerado, que acusa picos pronunciados, quedan demarcadas dos etapas en la relación con la media: en la primera, que se extiende entre 1990-94, la tasa del aglomerado supera con claridad al promedio; entre 1995-98, las diferencias desaparecen por aumento del promedio nacional. Pero es necesario advertir que si se tiene en cuenta al núcleo crítico de este subempleo, esto es a los subocupados visibles demandantes (información disponible para la segunda mitad de la década), la situación cambia: mientras en el promedio nacional este subconjunto se correlaciona fuertemente con la tasa total (r = 0,98), esto no ocurre en el aglomerado (r = 0,34). Además, las medias son mayores en el primer caso (aglomerado=7,4% vs. promedio= 8,0%), con una variabilidad superior al doble (CV del aglomerado=0,32 vs. 0,12 para el promedio).

En el cuadro 7 se vincula la evolución del subempleo con la de la tasa de empleo, obteniéndose la tasa de empleo corregida considerándose sólo aquellos puestos ocupados por quienes no están subempleados:

Cuadro 7. Tasa de empleo y tasa de empleo corregida (empleos plenos)

Santiago del Estero-La Banda (En porcentajes)

Año Tasa de empleo Empleos plenos/pob.total
Mayo Octubre Mayo Octubre
19901991199219931994

1995

1996

1997

1998(*)

1999(*)

33,033,833,432,732,5

29,9

28,9

29,2

30,2

29,4

34,133,034,332,332,6

30,2

28,3

29,4

29,4

27,129,328,829,428,2

25,7

26,0

26,4

27,9

25,3

29,430,129,927,426,8

24,0

26,8

28,2

27,0

Fuente: Elaboración propia, en base a la Encuesta Permanente de Hogares (INDEC)

Con respecto a la tasa de empleo, se perfila un descenso en cierta medida monótono: un tramo de tasas elevadas (para el aglomerado) que transcurre entre 1990- 92, seguido por un lapso al que podría llamarse de transición, con tasas algo menores (1993-94), para pasar finalmente a la fase de tasas bajas (1995-98), es decir, la que sigue al efecto tequila.

Por su parte, la tasa corregida, que mide la creación de empleos plenos, presenta una trayectoria más irregular, sólo en parte coincidente con la anterior; así, se aprecia un cierto repunte de la tasa en 1997-98. Para constatarlo, se incluye el cuadro 8, en el cual las cifras de población (necesarias para calcular los valores absolutos de trabajadores ocupados) fueron ajustadas a través de las proyecciones del INDEC para el aglomerado:

Cuadro 8. Evolución tasa de creación de puestos de trabajo total, empleos plenos y empleos parciales (subocupados). (En porcentajes)

Período Tasa de creaciónempleo (total) Tasa de creación deempleos plenos Tasa de creaciónempleos parciales
1990-921992-941994-98 10,50,1-0,8 14,2-4,98,9 -3,75,0-9,7
Fuente: Elaboración propia en base a EPH (INDEC) y a “Proyecciones provinciales provisiona-les 1990-2010 (INDEC-CELADE).

En cada uno de los tres períodos es diferente el aporte realizado por los empleos parciales a la creación total de empleos. Así, en el primero de ellos, de fuerte expansión de la ocupación total, hay una disminución de los empleos parciales, pero que es más que compensada por la fuerte creación de puestos full-time. Entre 1992-94, las tasas son muy similares pero de signo contrario, así que puede decirse que el empleo se mantiene en virtud del crecimiento de los subocupados, en tanto que en el último de los períodos consignados, 1994-98, es la destrucción de las plazas de trabajo parcial la que, al no ser neutralizada totalmente por el incremento de los empleos plenos, “explica” la ligera reducción de la tasa general. En resumen: al desplazar el análisis desde el comportamiento del empleo total al de los empleos plenos –tomada como una expresión más “genuina” del dinamismo de la economía- se aprecia que las conclusiones en cuanto a la aptitud de creación de empleos pueden modificarse o, por lo menos, ponderarse (por ejemplo, en el segundo y tercer período).

La distribución del ingreso en el aglomerado

A efectos de evaluar los cambios distributivos a lo largo de todo el período, cuyas modificaciones proporcionan evidencias de las repercusiones de los procesos de ajuste y de los sectores sobre los cuales recae el peso de las transformaciones económicas, se puede recurrir a tres conceptos de ingreso relevados en la EPH: ingreso de los ocupados, ingreso total del hogar e ingreso per-cápita del hogar. En el primero de ellos, se reflejan las consecuencias del funcionamiento del mercado laboral propiamente dicho, en tanto que el ingreso total de los hogares recoge la influencia de las ocupaciones múltiples, de las nivel de las pasividades y, en general, de la distribución de los perceptores entre los hogares (que a su vez incluye la distribución de la desocupación, y de la inactividad, con las variaciones que se producen de onda a onda en los flujos entre estas categorías). Por último, el ingreso per-cápita refleja fundamentalmente la incidencia de variables demográficas (tamaño de los hogares, edades de sus integrantes).

Sobre esta base, se encontraron las siguientes tendencias en el aglomerado Santiago del Estero-La Banda:

a. Ingreso de los ocupados.

Los cambios más significativos acontecen entre comienzos de la década y 1992. En efecto, partiéndose de una estructura distributiva sumamente regresiva que acusaba aún las consecuencias de las crisis hiperinflacionarias de los años previos, la distribución mejora sustancialmente. Con algunos altibajos, los indicadores muestran luego, hasta 1996, una suave tendencia hacia una mayor equidad, hasta el punto de que en este año se ubica el dato que señala una menor desigualdad para el período considerado.

El movimiento señalado, hasta la crisis del tequila, se produce en el marco de un ingreso medio real creciente para el aglomerado; desde la crisis mexicana, esta variable decrece ligeramente y se encontraba estancada hacia 1996. Es decir que el efecto tequila no habría generado consecuencias distributivas especialmente negativas, pero precipita el curso de un proceso que tuvo como trasfondo ingresos medios que revelan una situación general de estancamiento. En los años 1997-98 se verifica que tanto el indicador de la brecha como el de la participación se mueven en dirección de una distribución más regresiva, aunque medidos entre puntas sigan arrojando un balance neto favorable para el período 1990-98.

b. Ingreso total de los hogares.

En líneas generales puede notarse que cuando la brecha de ingresos se refiere a los ingresos totales de los hogares, el movimiento hacia la equidad supuesto por la convertibilidad es menos marcado y que además se aprecia un incremento en la desigualdad en el período post-tequila. Desde allí, la tendencia a la reducción es similar a la de la brecha de los ocupados. De esta manera, en 1996 esta brecha representaba un 88% de su nivel de 1990 (entre los ocupados, la reducción de la misma fue del 43%, es decir que fue más pronunciada).

Es obvio entonces que los factores adicionales que hasta 1996 jugaron en la distribución del ingreso total de los hogares, se combinaron de modo tal que neutralizaron parcialmente los efectos hacia una menor desigualdad de la estructura de ingreso de los ocupados. En los dos años siguientes, el comportamiento de los dos indicadores adoptados también exhibe para este concepto de ingreso el deterioro de la distribución, y concluyó hacia 1998 con una resultante neta de menor equidad que a comienzos de la década.

Ingreso per-cápita de los hogares.

Con este criterio de ingreso, el indicador de la brecha de ingreso refleja sistemáticamente una mayor desigualdad que la de las otras definiciones; además, la tendencia es, con alta variabilidad, levemente creciente durante el período. Esta diferenciación es menos notoria cuando se adopta el indicador de participación en el ingreso total del aglomerado. Coincidentemente con los conceptos de ingreso anteriores, la desigualdad medida por el ingreso per-cápita de los hogares desmejora en los años 1997-98, hasta arrojar un balance final negativo.

A modo de conclusión general, puede afirmarse que los factores originados en el mercado de trabajo no profundizaron la desigualdad hasta 1996. Las evidencias sugieren que, contrariamente, ni por el lado de las retribuciones, ni por el del aumento de la desocupación visible hasta 1996, el funcionamiento de dicho mercado contribuyó a ampliar la inequidad. Especialmente en materia de retribuciones parece haber jugado un papel “igualador” importante, ya que la brecha disminuyó con llamativa persistencia. En los últimos dos años del período, sin embargo, actúa en sentido regresivo; pese a ello, esta involución relativa no alcanza para retornar el estado de profunda desigualdad prevaleciente en 1990, al que ciertamente no puede reputarse como una referencia normal.

En lo que respecta a la brecha medida a través de los ingresos de los hogares, su comportamiento es más acorde al consignado en algunos estudios realizados para el Gran Buenos Aires, que señalan los efectos distributivos adversos derivados del tequila que acompañan a la desocupación creciente pero, en el caso del aglomerado Santiago del Estero-La Banda, la escalada más empinada en la tasa de desocupación es acompañada por un suave descenso en la brecha de ingresos totales del hogar.

Por otra parte, a medida que se introducen en la medición el elemento demográfico o la distribución de los perceptores, la desigualdad se acentúa y la tendencia a su disminución se mantiene, lo que señala que los cambios derivados del mercado de trabajo se insertan en una matriz o estructura que en buena parte los diluye, hasta 1996, y no modifica sustancialmente su evolución regresiva en 1997-98.

Los ingresos reales medios del aglomerado, a su vez, responden más ajustadamente al patrón de un comportamiento francamente progresivo hasta la crisis de 1994-95 que interrumpe esa expansión, lo que es seguido por su caída y posterior estancamiento hasta 1998.

Desocupación, subocupación y distribución del ingreso

Una desocupación creciente da lugar a una disminución en la cantidad de perceptores de los hogares; de ese modo, los cambios que se producen en la distribución de los desocupados entre los diferentes estratos de ingresos de los hogares a los que pertenecen, indica el sesgo que se puede atribuir al desempleo, en cuanto a saber si afecta en mayor o menor medida a los hogares que ocupan una posición distributiva más rezagada.

De las cifras que figuran en el cuadro 9, puede inferirse que ni durante la etapa de fuerte suba de tasas (1994-96), ni en la que se observa la caída de las mismas, la desocupación habría perjudicado más intensamente a las familias de menores ingresos, y esta observación resulta más clara o rotunda en función del ingreso per-cápita. Esto es, las proporciones suben en ambas etapas para los estratos de medios y altos ingresos.

Cuadro 9: Desocupados, según estrato de ingreso del hogar de pertenencia(*) (En porcentajes)

Estrato de ingreso 1992 1994 1996 1998
a) Ingreso total de los hogaresBajoMedioAltos/dTotal 41,443,714,9

100,0

48,737,56,37,5

100,0

39,639,616,24,6

100,0

38,437,215,49,0

100,0

b) Ingreso per-cápita de los hogaresBajoMedioAltos/dTotal 58,436,74,9

100,0

62,527,52,57,5

100,0

58,428,09,14,5

100,0

48,240,22,69,0

100,0

Fuente: Elaboración propia, en base a EPH, INDEC.(*) – Estrato bajo: deciles 1 a 4; medio: deciles 5 a 8; alto: deciles 9 y 10.

Dada la condición de segmento de la población ocupada, el subempleo ejerce influencia directa sobre la distribución del ingreso de los trabajadores ocupados; en este sentido, en el cuadro 10, pueden advertirse dos etapas dentro de los años noventa. La primera de ellas, es la que corre entre los años 1992-94 (la post-convertibilidad), en la cual la subocupación comprende, en mayor medida que antes, a trabajadores de estratos medio o alto. Posteriormente, hasta 1998, se produce un retroceso que lleva a una nueva concentración de la subocupación en los deciles inferiores. Los más afectados por el subempleo visible son, en su mayor parte trabajadores que se sitúan en una posición inferior de la escala de ingresos de los ocupados en general.

Cuadro 10. Distribución de los subocupados según estrato de pertenencia en la distribución de los ocupados (En porcentajes)

Estrato de ingreso 1992 1994 1996 1998
BajoMedioAltoS/DTotal 48,331,28,112,4100,0 40,143,112,14,6100,0 50,139,89,01,1100,0 52,033,67,07,4100,0
Fuente: Elaboración propia, en base a datos de la EPH (INDEC), ondas de octubre.(*) – Estrato bajo: deciles 1 a 4; medio: deciles 5 a 8; alto: deciles 9 y 10.

Relacionando las cifras de los cuadros 11 y 12, pueden inferirse algunas razones del comportamiento señalado. Entre 1992 y 1994, los ingresos medios de los subocupados, relativos a los del conjunto de los ocupados mejoran considerablemente reduciéndose fuertemente la brecha entre ambos. Esto, forzosamente, los desplaza “hacia arriba” dentro de la escala distributiva general.

De 1994 a 1996, se advierte que mientras entre los subocupados y el promedio la brecha vuelve a ampliarse (aunque ligeramente), se produce un corrimiento ascendente de los deciles inferiores de la distribución (el ingreso medio de los mismos crece 2,3%, en tanto que el promedio general desciende 6,1%). Por lo tanto, muchos subocupados quedan “atrapados” entre los deciles inferiores.

Esta situación se mantiene en 1996-98, pese a que la intensidad con que se mueven los ingresos medios, según lo consignado en el cuadro 12, resultaría contradictoria con ese comportamiento. La única explicación posible para que los subocupados permanezcan en los deciles inferiores, es que la distribución interna de este segmento se haya alterado, concentrando en el estrato de bajos ingresos una mayor cantidad de subempleados, cuya distancia con los de más altos ingresos del subconjunto se acrecentó.

Cuadro 11. Relación ingreso medio subocupados con ingresos medios de ocupados (formales y totales) y perceptores.

Año I. medio subocup. /I. medio ocupados totales I. medio subocup. /I. medio perceptores I. medio subocup. /I. medio ocup. formales
19929495969798 0,680,870,730,810,760,84 0,690,860,720,810,740,82 0,530,690,560,650,620,65
Fuente: Elaboración propia, en base a EPH (INDEC), ondas de octubre.

Cuadro 12. Modificaciones en la distribución del ingreso de los ocupados Santiago del Estero – La Banda

Años Participaciónbajos ingresos Tasa de cambioingresos medios reales
Estrato bajo Total ocupados
199219941996

1998

17,117,418,9

16,7

+11,0+2,3-13,3 +9,1-6,1-0,9
Fuente: Elaboración propia, en base a EPH (INDEC), ondas de octubre.

Conclusiones

  • A modo de síntesis, en relación a la desocupación abierta pueden identificarse tendencias que atraviesan prácticamente toda la década, al margen del comportamiento del ciclo, que a partir de las consecuencias inmediatas a la convertibilidad (sobre todo las que se derivan de la estabilidad de precios), determinan cambios en la composición de los desocupados que tienden a consolidarse, algunos de ellos de carácter francamente negativo.En tal sentido pueden mencionarse la preeminencia alcanzada por el desempleo de larga duración, así como la de los jefes de familia. Otras, son susceptibles de interpretación diversa, como el que insinúa la extensión del desempleo hacia segmentos de mayor instrucción que, de consolidarse, instalarían, al igual que en los aglomerados desarrollados, la actual cuestión del desempleo profesional. Merece subrayarse asimismo la nueva orientación en la composición por género que se advierte en el fenómeno a lo largo de la serie, que parece estabilizarse.Por otra parte, se encuentran aquellos otros comportamientos más ligados a las alternativas del ciclo; se hicieron evidentes en las fases de ascenso de la desocupación y luego se diluyeron, hasta retornar a posiciones cercanas a las iniciales cuando la tasa decreció. Entre ellos, corresponde ubicar a la categoría ocupacional, lo que se relaciona con la sensibilidad del autoempleo o trabajo cuenta propia a la coyuntura económica. Otro tanto puede decirse de la incidencia de ciertas ramas de actividad, como la de la construcción (fenómeno correlacionado con el anterior), así como también acerca de la fuerte componente cíclica observada en la participación de los nuevos trabajadores en el desempleo. Todos estos factores tuvieron una marcada incidencia durante el período 1994-96.La situación observada en 1998 en la desocupación, por las causas que la generaron y por la naturaleza del trabajo previo, reflejaría una menor incidencia de la precarización del empleo asalariado y cambios compensatorios que se neutralizan en la composición del desempleo proveniente del trabajo no permanente, junto con cierto incremento de los abandonos de naturaleza más voluntaria de los puestos de trabajo ocupados previamente, lo que indicaría una ligera pérdida de importancia en la desocupación de aquellas causas que descansan más estrictamente en la pérdida de capacidad de la economía para absorber empleo.En cuanto al subempleo visible, lo más destacable es la importancia de este segmento dentro del empleo total, aspecto que se remonta a comienzos de la década y que de algún modo se “anticipa”, a su crecimiento en el orden nacional, visible recién desde mediados de la década del 90.En segundo lugar, cabe señalar la lectura diferente que se puede efectuar sobre el comportamiento de la tasa de empleo (cuyas oscilaciones son un argumento importante de los aumentos de la tasa de desocupación abierta que se producen en el aglomerado desde 1994-95) una vez que se tiene en cuenta la distinción entre empleos plenos y aquellos con horario recortado que no satisfacen las expectativas de los trabajadores (subocupados visibles). En este sentido, por ejemplo, la fuerte caída de la tasa global de empleo adjudicada al efecto tequila, se revierte en gran parte del período 1997-98 una vez depurada la tasa general mediante la sustracción de los puestos cubiertos por subocupados, que se reducen de modo ostensible en ese lapso, y neutralizan la creación de empleos con duración satisfactoria, expansión que es un hecho positivo a destacar.En lo que respecta a la gravitación de estas dos formas de subutilización de la fuerza de trabajo en las tendencias distributivas del aglomerado, las evidencias reunidas sugieren que sus respectivas influencias no fueron uniformes –ni mucho menos convergentes- en el transcurso del período.Entre 1992-94, el subempleo no afectó a los trabajadores de menores ingresos; el comportamiento de los subocupados no contribuyó a la reducción de la desigualdad, ya que justamente se observa un desplazamiento de estos trabajadores a estratos superiores. Entre los desocupados se advierte un movimiento inverso, es decir, una concentración en los deciles de ingresos inferiores, lo que indica que, a igualdad de otras condiciones, el desempleo jugó en forma adversa a una mayor equidad distributiva entre los hogares. Esto se compensó con otros factores que determinaron, incluso, una ligera caída en los indicadores adoptados para cuantificar la desigualdad en la distribución del ingreso total de los hogares.Entre 1994-96, los subempleados vuelven a correrse hacia los deciles de bajos ingresos. Esta etapa es, precisamente, de una caída en los índices que marcan la participación o el nivel de ingresos medios reales de los estratos superiores (con el correspondiente ascenso de los inferiores); observando las tasas de cambio de los ingresos medios, el desplazamiento mencionado es consistente con – y posiblemente refuerza- una disminución en el grado de desigualdad. Los desocupados, por su parte, tienden a ubicarse en mayor medida entre los hogares de mayores ingresos, de manera que tampoco contribuyen a acentuar problemas de naturaleza distributiva entre los hogares.De allí en adelante, hasta 1998, la distribución empeora; mientras la desocupación abierta no pareciera haber coadyuvado en esa dirección, un incremento de la desigualdad interna del segmento de los subocupados se habría desplazado en forma compatible con esa tendencia general y así, el subempleo visible continuaría sesgado hacia los individuos que ocupan una posición distributiva inferior.

Referencias Bibliográficas

  • BULMER THOMAS, Víctor (1997): “Conclusiones”, en “El nuevo modelo económico en América Latina”, Ed. Fondo de Cultura Económica, México.DIAZ, Ramón Antonio (1999): “Indicadores del mercado laboral de Santiago del Estero-La Banda y cambios distributivos en el período 1990-96” (en prensa); Instituto de Estudios para el Desarrollo Social, Universidad. Nacional de Santiago del Estero.MONZA, Alfredo (1996): “La situación ocupacional argentina: diagnóstico y perspectivas”, en “Desigualdad y Exclusión”, Alberto Minujin (editor); Ed. UNICEF/LOSADA, Buenos Aires.MURMIS, Miguel y FELDMAN, Silvio (1997a): “De seguir así”, en “Sin Trabajo”, Luis Beccaria y Néstor López (comps.); Ed. UNICEF/LOSADA, Buenos Aires.MURMIS, Miguel y FELDMAN, Silvio (1997b): “La heterogeneidad social de las pobrezas”, en “Cuesta Abajo”, Alberto Minujin (comp.); Ed. UNICEF/LOSADA, Buenos Aires.PESSINO, Carola (1996): “La anatomía del desempleo”, en “Desarrollo Económico”, Número especial 1996; IDES, Buenos Aires.SALVIA, Agustín y DONZA, Eduardo (1999): “Problemas de medición y sesgos de estimación derivados de la no respuesta a las preguntas de ingresos en la EPH (1990-98)”, en “Estudios del Trabajo”, Nº 18, ASET, Buenos Aires.THOMAS, Jim (1997): “El nuevo modelo económico y los mercados laborales en América Latina”, en “El nuevo modelo económico en América Latina”, Ed. Fondo de Cultura Económica, México.

Citas

Entre 1992-96, según cifras provisorias disponibles, el producto bruto geográfico per-cápita de Santiago del Estero, se ubicó entre el 22 y algo menos del 30% del producto bruto per cápita del país.

Este trabajo, es parte de uno más amplio en curso, en el que se contemplan las principales formas de subutilización de la fuerza laboral urbana identificadas en Monza (1996), a saber: la desocupación abierta, el desempleo oculto, el subempleo visible, el sobreempleo en el sector público, el servicio doméstico y la informalidad. En la mayoría de los cuadros se procesó la información recién a partir de 1992 que es el primer año para el cual se cuenta con información de detalle de la EPH para el aglomerado.

Estas reformas pueden ser sistematizadas o agrupadas en: apertura comercial y financiera externa, reforma fiscal (incluyendo privatizaciones), reformas en el mercado laboral y liberalización de los mercados, para luego evaluar cada uno de estos aspectos en función de sus posibles efectos sobre la evolución de la distribución del ingreso y la pobreza; tal el planeo que figura en Bulmer Thomas (1997).

Sin embargo, en un plano más teórico, se han desarrollado argumentos para explicar una asociación directa. Así, Kritz y Ramos consideran que dicha relación puede estar justificada por la importancia adquirida en economías subdesarrolladas por el trabajo cuenta propia (autoempleo), el que es visto como una alternativa al desempleo abierto particularmente “resistente”. En el mismo sentido, operaría la ausencia de un sistema de seguro por desempleo (cit. en Thomas, 1997). De todas maneras, en el contexto argentino, el aglomerado bajo estudio no presenta una incidencia particularmente elevada del cuentapropismo.

La excepción está dada por el episodio hiperinflacionario de 1989 en los que las tasas prácticamente se igualan.

Podría decirse que su ubicación relativa a los otros aglomerados, salvo en la onda de octubre 96, no se alterado tan sustancialmente y que Santiago del Estero-La Banda continúa estado en el tercio de aglomerados con menor tasa, aunque ocupando, dentro de esa fracción, una posición más alta que la histórica.

La misma autora, encuentra para el Gran Buenos Aires similar comportamiento ascendente de lo que denomina “duración incompleta de lapsos corrientes” a partir de 1992, pero en el aglomerado S.del E.-La Banda, dicho incremento fue considerablemente mayor, y estuvo acompañado por un crecimiento de los flujos anuales hacia la desocupación que, de todos modos sólo llegan a alcanzar un 1,0% de la PEA en la onda de tasa más alta, mientras que en el Gran Buenos Aires dicho porcentaje asciende al 4,2 % en la onda de mayo 95.

Debe destacarse que el análisis de este punto se refiere a la composición del desempleo; para la evaluación completa de sus efectos, debe ser combinado con la evolución del nivel de la tasa y, lo que se omite en este artículo, con el comportamiento de las tasas de actividad específicas de las distintas categorías de los atributos personales (sexo, edad, nivel educativo), tal como se hace en Pessino, op.cit..

Ver, por ejemplo Pessino (op.cit.). También Murmis y Feldman (op.cit., y 1997b), ligan este sesgo del desempleo contra los trabajadores menos instruidos o calificados a la reestructuración y al cambio tecnológico en el sistema productivo.

Como hipótesis alternativa, podría plantearse la sobreoferta en algunos niveles superiores de instrucción, unida a mayores y crecientes dificultades de absorción en el sector público, o a restricciones al ingreso de personal calificado, dado la preeminencia alcanzada por los criterios de reclutamiento ligados a la militancia o a las recomendaciones políticas.

Desde el punto de vista del personal ocupado, el rango de participación de las principales ramas de actividad varió a lo largo de las ondas consideradas en el análisis conforme a los siguientes rangos: Industria de 7,3 a 12,1 %; Comercio de 22,5 a 25,2 %; Construcción de 9,2 a 13,2 y Servicios en general de 43,6 a 49,8%. Respecto del empleo público, pudo ser estimado con precisión sólo para las ondas de 1996 (26,6%) y 1998 (23,9%)

En 1996, casi dos tercios de los desocupados de la construcción fueron cuenta propia. Debe tenerse en cuenta que entre los ocupados esta categoría participa, con casi la mitad de la ocupación de la rama de la construcción, lo que implica entonces que los desocupados de esta categoría (ligados a la construcción privada y a la refacción de viviendas) fueron los que más sufrieron el desempleo.

Pessino (op.cit.) destaca la importancia que en la generación de desempleo adquiere el sector servicios a partir de la recesión de 1994 (en Sgo. del Estero-La Banda también puede decirse que desde 1994 los desempleados por los servicios exhiben una tendencia a una participación creciente).

En propiedad, para realizar inferencias más contundentes sobre la precariedad de los empleos desde los datos de las causas de la desocupación sería menester que existiera una cierta estabilidad en el valor de las tasas. Lo que se pretende sugerir es en qué medida esa precariedad aporta al desempleo o se traduce en desempleo.

Así por ejemplo, entre los desocupados ex-asalariados de 1998, podría inferirse, respecto de 1996, una precarización relativamente inferior porque descendía el porcentaje a los que en sus anteriores empleos no se les practicaban descuentos jubilatorios de un 78% a un 70%.

Para la EPH, los subocupados visibles son aquellos entrevistados que trabajaron involuntariamente menos de 35 horas en la semana tomada como referencia.

Estos comportamientos estadísticos podrían, al menos en parte, ser reflejo de los problemas de diseño del cuestionario de la EPH que hacen que la pregunta sobre subocupación sea poco exigente, en el sentido de que, al no requerir en una primera instancia mayores precisiones, induce a respuestas circunstanciales; todo ello conducirían a una cierta sobreestimación a través de la tasa total. Sin embargo, al nivel de los promedios, podrían jugar elementos compensatorios que determinen mayor constancia en los datos. Los estadísticos citados en el texto para los demandantes, son calculados a partir de las tasas de octubre de 1994, desechándose las dos ondas anteriores por los valores anormales que asumen en Santiago-La Banda.

Lo de parcial y full-time, siempre en referencia a los puestos cubiertos, respectivamente, por subocupados y por el resto de los ocupados, en la acepción de la EPH.

Este punto se desarrolla en base a las conclusiones obtenidas para el período 1990-96 en Díaz (1999). Los indicadores adoptados fueron, por una parte, la participación en el ingreso por los estratos “alto” (20% superior) y “bajo” (40% inferior) de perceptores u hogares según correspondiera y, además, por la “brecha de ingresos” entre los quintiles superior e inferior de perceptores ocupados u hogares.

本节中的分析与广义上的分布有关,因为它涉及到层次,因此排除了层次的内部分布。另一方面,对于没有信息的家庭,波浪之间存在的差异不会使文字说明无效,因为这些家庭通常主要对应于较高收入阶层(参见Salvia和Donza,1999年)。

应当指出,这种行为似乎在1999年就停止了,如表8所示。

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圣地亚哥·德·埃斯特洛·拉·班达90年代的就业问题